
GLORIA SEMPERE
Desde la Psicología
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El control emocional es una habilidad que debe ir adquiriéndose a lo largo de toda la vida. El desarrollo del cerebro no finaliza hasta el comienzo de la vida adulta, y nuestras vivencias, estilo de apego de nuestr@s cuidadores y temperamento, entre otros aspectos, determinarán la manera en que nos enfrentamos a la frustración ante situaciones difíciles. Alrededor de los 2 años, l@s niñ@s pueden empezar a tener reacciones emocionales fuertes, lo que conocemos como rabietas.
Las rabietas
El/la niñ@ va adquiriendo poco a poco la forma en la que se relaciona consigo mism@ y con el mundo y las rabietas son una forma de aprender a delimitar las fronteras entre su visión egocentrista y el resto.
Es importante que sepamos que, cuándo aparecen estos estados emocionales, l@s niñ@s están sufriendo y necesitan expresarse. Sus emociones son del estilo 'todo o nada', por lo que, como adultos, podemos enseñarles que esta vivencia emocional es transitoria y pueden encontrar un punto intermedio en sus emociones. Lo que se pretende no es darles lo que desean para evitar la frustración o dejarlos solos en este momento como castigo, sino hacerles ver que estáis presentes, que les entendéis, veis y escucháis.
La persona encargada del cuidado de l@s niñ@s, tiene que ser la encargada de ofrecer a ést@s la seguridad, el sostén y el equilibrio a la hora de sus explosiones emocionales, y serán 'contenedores' de estas emociones.
La lavadora como metáfora
Imaginad que l@s niñ@s son el tambor de una lavadora: este espacio va llenándose de ropa sucia y se activa la función de llenado de lavadora, donde empieza a entrar agua (las emociones) y después viene el centrifugado... ¿qué ocurriría si este tambor, lleno de ropa y agua, no fuera contenido por una estructura firme, fuerte, con medidas de seguridad, y flexible? Todo lo que hay contenido dentro de ésta, se desbordaría.
Pues con las rabietas ocurre lo mismo. El infante va llenándose de frustraciones y las emociones empiezan a inundar su 'recipiente', llegando al centrifugado, lo que conoceríamos como rabietas, por lo que es necesario que la persona adulta le enseñe y demuestre que está segur@ y que no le haga sentir como un monstruo. Que hay un tiempo para que esta fase llegue a su fin, e incluso, se puede apretar un botón para intentar parar el centrifugado.
¿Cómo deberían actuar est@s cuidador@s?
Dejando el espacio a la expresión emocional, sin dejar que se lesione o lo haga con otros, estando presente y tranquilo... Pulsando aquí se puede ver un claro ejemplo de lo que significa esto.
No siempre el adulto tiene las habilidades, tiempo, paciencia y templanza para poder hacerlo, pero siempre se puede recurrir a ayuda de profesionales que te acompañen en este proceso de adquisición de nuevas habilidades.
Nadie mejor que las personas responsables de su cuidado van a aportar la seguridad, amor y comprensión a la hora de delimitar y contener el sufrimiento que esto les provoca.